Onicofagia en Adultos

Pareciera que el hábito de morderse las uñas no tiene importancia, sin embargo, se trata de un trastorno que aflora sentimientos de vergüenza e inseguridad. A nivel estético, la piel de los dedos y las cutículas, a menudo presentan lesiones, malformaciones y sangrados como consecuencia de esta condición.

Desde el punto de vista psicológico, la onicofagia se convierte en un complejo muy grave para los afectados. Es una acción involuntaria que afecta la vida social, física y emocional de las personas. Algunas investigaciones concluyen que la manía suele aparecer en la niñez a raíz de un entorno conflictivo, exigente y hostil.

Otros especialistas de la salud mental señalan que es difícil determinar las causas psicosomáticas de esta mala costumbre. Así mismo, coinciden en que el trastorno se desarrolla en alguna etapa difícil de la vida. A veces, el paciente no recuerda tales escenarios, pero son situaciones que operan en el inconsciente, explican.

“La rabia, el miedo, la frustración y la culpa se vuelcan sobre las uñas”, comentan. ¿Y qué representan las uñas? Desde la biodescodificación y en un sentido primario, son un arma de defensa y protección. Desde pequeños y hasta la adultez, la persona tiende a destruir sus “garras” para drenar una carga de sentimientos no expresados.

La mayoría de las veces, el problema desaparece con la edad, sin embargo, hay casos en donde no es así y la vergüenza se hace presente cada vez que el individuo tiene que usar o exponer las manos.

Controlar el impulso de morderse las uñas no es fácil. En oportunidades, es necesario acudir a terapia psicológica. Algunas recomendaciones son, usar esmalte, arreglarse las manos constantemente y tomar consciencia de que se trata de un acto agresivo hacia uno mismo. Hacer deporte y canalizar la ansiedad también ayuda a canalizar estos episodios obsesivos.