¿Medicinas con alcohol?

El alcohol en pequeñas dosis estimula, desinhibe y propicia el contacto social, pero mezclado con medicamentos se convierte en una droga que puede ocasionar reacciones adversas e intoxicaciones en el organismo, así como anular o exacerbar el efecto esperado.

Las bebidas alcohólicas no deben ser una opción cuando el cuerpo está quebrantado. Una persona enferma lo que necesita es descanso, cuidados y una buena alimentación. La interacción entre el alcohol y las medicinas dependen de la enfermedad y del estado de salud en general, también influye la cantidad que se ingiere y los grados alcohólicos de la misma.

Antibióticos y alcohol, ¿cómo sé si se corta el efecto?

Pequeñas dosis con algunos antibióticos de uso común no generan implicaciones significativas, de igual forma es recomendable consultar al médico. Tenga en cuenta que a mayor grado de alcohol, mayor posibilidad de que el medicamento no surta efecto.  

¿Alcohol y ansiolíticos?

En definitiva es una mezcla peligrosa para la salud, porque el consumo de alcohol potencia los efectos depresores. Las consecuencias a mediano plazo incluyen el deterioro de las respuestas cerebrales y psicomotoras; desconcentración, ansiedad y alteración del sistema nervioso.

¿Qué bebidas producen menos interacción?

El alcohol y la salud no pueden cohabitar en equilibrio. Si el consumo es crónico, el medicamento pierde su función de manera gradual. Una o dos copas con un fármaco de uso común posiblemente no genera reacciones. Por su parte, la cerveza y el vino contienen una sustancia llamada Tiramina, que al entrar en contacto con ciertos fármacos causan mareos, vómitos y náuseas.

El cuerpo elimina el alcohol por distintas vías en el organismo. Si hay una ingesta elevada y el hígado se encuentra completamente sano, se estima que en un lapso de 10 horas, el mismo vuelve a su estado natural. En cualquier caso, lo más recomendable es suspender el consumo uno o dos días antes de iniciar un tratamiento a base de fármacos.

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