¿Es el estrés parte de tu personalidad?

Antes de definir si tienes una personalidad tipo A o autoestresora, es importante hablar de que el estrés se asocia con la forma en que se percibe la realidad y las situaciones que se presentan, un hecho no es estresante en sí, pero se vuelve perturbador cuando se adoptan actitudes y comportamientos rígidos ante las circunstancias.   

El estrés es una reacción fisiológica que surge en momentos de gran tensión, activando un mecanismo de supervivencia que moviliza al organismo, dicho de otro modo, las glándulas suprarrenales liberan las llamadas “hormonas del estrés”, cortisol y adrenalina, las cuales ayudan al cuerpo a responder ante hechos que constituyen supuestos “peligros” para el bienestar, no en vano, cuando los niveles de cortisol se elevan, aparecen los riesgos de enfermedad.

En muchos casos, el estrés se experimenta de forma positiva activando el impulso hacia la acción, pero cuando se vivencia de forma negativa, la tendencia es sentirse abrumado por las circunstancias, mientras algunas personas se ahogan en un vaso de agua, otras son capaces de adaptarse a los cambios con entusiasmo y pasión, teniendo en cuenta sus límites y capacidades.

El tipo de estrés que generamos depende de la valoración de la situación, de la capacidad de hacer frente a las demandas del entorno y del uso de los recursos internos de adaptación que tengamos, no es lo mismo enfrentar un problema sintiendo mucha presión interior que encararlo desde la asertividad, ¿Se trata realmente de una situación amenazante?, ¿Te preocupas o te ocupas?, ¿Te mantienes optimista o solamente generas pensamientos negativos?, ¿Ves las cosas como una oportunidad o como un problema?

Cuando el estrés estimula emociones negativas constantemente, hay altas probabilidades de que se origine por el tipo de personalidad, algunos rasgos característicos son: la autoexigencia, el perfeccionismo, la necesidad de control, la rigidez mental, aunado a una serie de demandas físicas y psicológicas a las que se somete una persona, las cuales impiden mantener la tranquilidad ante circunstancias adversas.

Una personalidad autoestresora genera estados de tensión y ansiedad de forma natural sin darse cuenta, se anticipa a los hechos futuros con una mirada catastrófica, no vive en el presente porque su pensamiento se fuga y elabora imágenes o relatos que anticipan desgracias, en la rutina diaria estimulan pensamientos ansiosos, tales como: “Tengo que hacerlo, tengo que asistir, si lo dejo de hacer es peor, esto no puede esperar”, la persona se siente mal en todo momento, vive asfixiada en sus propios “deberías”, pero no sabe por qué y los argumentos racionales no le sirven de nada.

Vivimos en una sociedad que estimula a diario la eficiencia y la inmediatez, vemos personas haciendo muchas cosas al mismo tiempo, atienden el celular mientras comen, viven viendo el reloj, trabajan infinidades de horas sin parar, corren de un lado a otro, planifican agendas apretadas y nunca tienen tiempo para relajarse.  

Si te identificas con algunos de estos comportamientos, podrías estar obviando el costo elevado que representa este estilo de vida para tu salud física y emocional. El estrés viene haciendo estragos en todo el mundo con la aparición de enfermedades cardiovasculares, dolores de espaldas, contracturas musculares, insomnio, dolores de cabeza, úlceras, gastritis, reacciones alérgicas, alteraciones en el ciclo menstrual, caída del cabello, falta de apetito sexual, entre muchas otras dolencias.

Vale la pena tomar conciencia de algunos patrones de conducta con el fin de llevar una vida más placentera, afortunadamente los tiempos han cambiado y hay infinidades de actividades que puedes practicar para conectarte con tu potencial interno: El yoga, el reiki, la meditación, las flores de Bach y en casos muy extremos, los tratamientos farmacológicos son de excelente ayuda.

En Laboratorios Kimiceg, nos complace trabajar día a día para llevar la mejor información de salud a sus hogares.

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