Comerse las uñas afecta la salud

Muchos especialistas coinciden en que las personas se muerden las uñas por nerviosismo, frustración o estrés, sin embargo, son diversos los factores que pueden aflorar este hábito involuntario conocido como onicofagia, el cual aparece en la niñez como una posible manera de liberar tensiones. Algunos afectados no recuerdan haber tenido mayores problemas en su infancia, no obstante, vivir en un entorno familiar crítico, exigente y hostil, también alimenta sentimientos inconscientes que pueden activar la anomalía.  

Pareciera que comerse las uñas no trae mayores complicaciones, pero en la realidad, es una acción perturbadora en la vida diaria, ya que da un aspecto desagradable a nivel estético y detona emociones de vergüenza e inseguridad, sobre todo en momentos en donde las manos son expuestas en eventos importantes, encuentros o en sitios de trabajo; otro factor agravante, es la conducta compulsiva de morderse hasta provocarse heridas sangrantes y dolorosas.  

Desde el punto de vista psicológico, la onicofagia es un acto autoagresivo que puede aparecer cuando los padres regañan a los hijos por defenderse, haciéndoles sentir que se trata de un sentimiento negativo o culposo, de esta manera las uñas comienzan a ser devoradas como consecuencia de las rabias no expresadas en su totalidad. La conducta se traduce en “como no puedo defenderme o sacar las garras, me autoflagelo”; recordemos que las uñas además de servir para rascarse, son un instrumento de defensa y ataque al igual que las zarpas en el reino animal.  

Morderse las uñas es una manía de carácter psicológico que se agudiza en situaciones extremas y angustiantes, podría tratarse de la muerte de seres queridos, mudanzas, divorcios, problemas económicos, entre otros. Si la persona afectada no logra controlar la obsesión de llevarse las manos a la boca, aparecen algunos daños colaterales en la salud, tales como:

  • Deformación de los dedos, debilitamiento de las uñas y pérdida de las mismas.
  • Grietas o rotos en los dientes con riesgo a la aparición de caries.
  • Heridas en los dedos que son caldo de cultivo para hongos, virus y bacterias tanto en la boca como el estómago.
  • Aparición de aftas y herpes labiales recurrentes.
  • Deformación leve de las encías y paladar.
  • Inflamación de los dedos y sangrado de las cutículas.

Controlar la necesidad de morderse los dedos no es fácil, se requiere mucha fuerza de voluntad, pero además, es importante tomar conciencia de que se trata de un acto agresivo hacia uno mismo, que merma en la medida en que se reducen las preocupaciones conscientes o inconscientes, de hecho, muchas personas cuando se relajan disminuyen la compulsión sin darse cuenta.

Otras recomendaciones para evitar que empeore la condición son: usar esmalte y hacerse manicura, arreglarse las manos reduce considerablemente el impulso de acabar con los dedos, hacer deportes también ayuda a canalizar la agresividad y a bajar los niveles de ansiedad, otras personas mastican chicle hasta calmar los episodios obsesivos.

Si con estos consejos no ves avances, hay otras soluciones, hoy en días existen técnicas y terapias psicológicas que buscan la raíz del trastorno, en el caso de que la conducta aparezca en los hijos, es importante no regañar ni reprimir, ser asertivo y dejar que el pequeño exprese su sentir y lo que le preocupa sin hacerlo sentir culpable.