Depresión y suicidio, una pandemia silenciosa

Una de las preocupaciones de los especialistas de la salud mental para estos días, es el aumento de las cifras de suicidios a nivel mundial. La OMS señala que cada 40 minutos una persona se quita la vida, mientras que la depresión será una de las enfermedades más padecidas para el año 2050.

Los expertos señalan que no hay suficiente información en la población acerca de los posibles desenlaces de una depresión severa. Se está comenzando a evidenciar con estadísticas, cómo algunos individuos se suicidan sin dar señales aparentes, sin embargo, los mismos aseguran que siempre existen actitudes encubiertas.  

Por lo general, el paciente emite señales verbales o emocionales. En muchos casos el afectado sonríe mucho pero vive con un cansancio permanente, con una especie de cruz muy pesada y con el deseo de no seguir viviendo.

Otros rasgos subyacentes son los trastornos del sueño y la alteración de los hábitos alimenticios. Una polaridad que oscila entre dormir mucho o nada, así como perder el apetito o caer en ciertos excesos. También se ven situaciones en donde la persona se ve triste pero luce muy arreglada físicamente. Es común que ante el vacío, estos individuos busquen sentir algún tipo de estímulo o placer.

Un error común del entorno del paciente son los consejos superfluos y el exceso de positivismo. Las personas con depresión viven un conflicto interno demasiado complejo, de manera que las frases de entusiasmo lo harán sentir incomprendido. En este sentido, la recomendación es preguntar e indagar más acerca de su sentir, así como ofrecer acompañamiento para que acuda a un especialista.

El suicidio es un acto de destrucción consciente que puede evitarse con ayuda profesional. Presta atención si sospechas que algún ser querido está pasando por esta situación. Es posible que esa persona almacene pastillas, ansiolíticos, tome alcohol o algún tipo de drogas. Una vez que inicia el tratamiento farmacológico, con un poco de paciencia, la condición mejora.